La sombra del nocturno

José Asunción Silva

Euménides

[…] hay más cosas en el cielo y la tierra, que cuantas se sueñan en nuestra filosofía. William Shakespeare, Hamlet..

Jericó, Antioquia

Laura de Jesús, 1875.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Laura de Jesús




De profundas mejillas
De tiernos ojos y fogajes dominantes

De blancas caderas y fulminantes ropajes
De sendas calurosas y llamas azotantes
De mentiras ignotas y distinguidos modales

De vaivenes eternos ¡Como figuras de viento!
Iluminada a lo bello de espacios flagrantes
Aclamando el despojo de inocencias arrogantes.


Diego Alexander A. E

Sombras


Se rompió el equilibrio. Pensemos algo, ¿Qué es un estado de confort? Si lo aceptamos como el estar en plenitud, o escuchar lo que habitualmente queremos escuchar, dicho hábito se convierte en la negación de la vida misma, en los términos del movimiento y el cambio. Los mitos elaborados por nuestros antepasados nos han mostrado la creación de cosas por la oposición. La luz a la oscuridad, el calor al frio, lo bueno y lo malo. Igual que lo anterior, todo lo que has generado en mí, ha sido contradicción. Me temo que eres una mujer de las que permite crear. Ese estruendo, esa tormenta que desatas, tiene mis manos heladas. Debo revelarte algo, y es justo lo que más me impresiona de ti, diferente a tus bellas facciones. Ello es que provienes de un recuerdo, de uno muy mío, que aguarda en la memoria y se recrea como yo quiero; coloco palabras en tu boca y movimientos en tus manos. Luego el escucharte y mirarte, forma una idea más fidedigna de esta realidad. Y ocurrió que se anunciaba una nueva noción en mi memoria de lo que significas. Esta mantiene un tono fresco y vivo, aunque un tanto oscuro, al igual que el contorno de tus ojos. Podría reflejarme en ellos y me veo, aunque con el dolor de la contradicción.
Diego Alexander A. E

Ébano



Entonces mis amigos se dividían. Congeniaban con unos y miraban a otros. El aire estaba frio, los corazones exaltados y seguían las miradas. Yo era el más sobrio, aunque también estaba ebrio. Se agrupaban en torno a sus ideas. Un amigo con su novia se adoraba. La música recordaba un aire bohemio del no sé dónde y el no sé cuándo ¡Carcajadas se escuchaban! Mis amigos se reían. Y yo gozaba con la bruma de la noche al filo de las palabras fragmentadas. Sentían frio. Como los vientos en los valles de molinos entre las montañas altas. Las sombras de los árboles vibraban con los rayos de la luna que nuestras cabezas acariciaba ¡Gran deleite para nuestros corazones! Unas almas se reían, otras lloraban, unas se arrepentían, otras solo suspiraban ¡Ha! Gran destino para el cobarde de altos afectos a las sendas malogradas. Y la dama, la cordial amiga de jardines marcescibles, en las hortensias florecidas sus texturas ocultaba. Perdida su mirada ¡denunciaba que existía la nada! También ella sintió frio. Como el joven asesino que un gran amor recordaba entre senderos divididos de tendidos de hojarasca que en el suelo se mezclaban, igual que las pasiones que su vida derrochaba. Pero no todo era bohemio. El furor de un espíritu se emancipaba, e incumplía las reglas que en la luz respetaba. Era de noche y hacía frio. El búho extendía sus alas y una vez más su opinión reservaba. Pero eran mis amigos y como buenos amigos ¡Sentimos Frio! Y al despertar de una larga embriaguez, la resaca acudió sin medida, los sueños se desahuciaban.

Diego Alexander A. E

La Eterna


Erato

Te he visto tan frágil
Siempre con mirada incógnita
Mucho quieres decir pero poco dices
Te siento tan viva
Cruzando tu cuerpo y el mío
Llenando de dolor mi corazón
¿Cómo no amarte?
Con tus dulces deseos
Cautelosa solo esperas 
En las cálidas noches
Donde el sueño es inalcanzable
Regresar altiva y soberbia
Te encuentro sublime y precavida 
¿Por qué tanta desdicha?
Estoy para ti
Y cuando no lo esté seguiré ahí
En tu mirada furtiva
Tanto tienes para decir
Tanto de ti quiero oír
¿Cuánto de tu aroma puedo captar?  
Hasta la esencia menos sublime
El sudor que nos envuelve
La vida que nos encierra
¿Por qué sigues aquí?
Naciste para mí
Y yo para ti
Juntos el dolor no dolerá tanto
Y la desilusión no tendrá sentido
Pues el habernos conocido
Supera cualquier anhelado fin
De un alma que no sabe que es un alma
Y de un bastardo que no reconoce el llanto
Aun me duele sentirte fría
Aun cuando creo tenerte
Dicen que somos eternos
Que el ser siempre ha sido
¿Siempre nos hemos amado?
Dicen que el vacío no existe
¿Mi estómago me ha engañado?
Aun puedo sentir que mi corazón se revuelve
Cuando siento perderte
Pero no, siempre estarás ahí
Cómo la musa de todas mis alegrías
La imagen detrás de mis desdichas
La razón de una existencia sin razón
Dulce amada mía, eres eterna.
Diego A. E